Veinticuatro horas después de iniciarse los bombardeos azerbaiyanos sobre Nagorno Karabaj, las autoridades de este enclave armenio en territorio de Azerbaiyán han decidido aceptar la rendición de sus fuerzas ante la constatación de la falta de apoyo internacional. “La reacción de los actores internacionales ante la situación creada en Artsaj [como denominan los armenios a la región en disputa] no es la adecuada y no se han tomado medidas, por lo cual Artsaj se ve forzada a dar los pasos adecuados con el objetivo de garantizar la seguridad física de su población”, se lee en un comunicado atribuido al presidente de la autoproclamada República de Artsaj, Samvuel Shahramanián, y publicado tras la reunión del Consejo de Seguridad del enclave.
Bajo mediación de las fuerzas de pacificación de Rusia desplegadas en la zona se ha alcanzado un acuerdo de alto el fuego que entró en vigor a las 13.00, hora local (dos horas menos en la España peninsular). Este acuerdo implica la retirada de las fuerzas militares vinculadas a la vecina de República de Armenia que pudieran haber quedado en el Karabaj así como la “disolución y desarme completo” de las fuerzas armenias locales. Las autoridades karabajíes se reunirán mañana con representantes del Gobierno de Azerbaiyán en la ciudad de Yevlax para tratar de llegar a un acuerdo sobre “los derechos y la seguridad” de los armenios del enclave, dentro de la “Constitución de Azerbaiyán”.
Una fuente vinculada al Gobierno karabají concedió que esta decisión ha sido muy “difícil” de tomar, pero añadió que no quedaba otro remedio dadas “las muchas bajas” que estaban sufriendo los armenios. Esta fuente aseguró que el número de muertos armenios causados por la ofensiva de Azerbaiyán es “varias veces superior” a los 25 soldados y 2 civiles reportados en la última actualización oficial del Defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj. Más de 7.000 civiles han tenido que ser evacuados de la zona del frente, ante los avances de las tropas azerbaiyanas. Las informaciones de fuentes de ambos bandos apuntan a que las tropas de Azerbaiyán han tomado el control de varias colinas estratégicas, aldeas y tramos de carretera, cortando así las comunicaciones armenias en diversos puntos.
Del lado de Azerbaiyán no se ha dado un parte de bajas militares y únicamente se ha reconocido una baja civil, si bien periodistas independientes y activistas azerbaiyanos que citan fuentes municipales y familiares sitúan el número de soldados muertos en entre 15 y 20.
Desarme y disolución
El martes, unas horas después de iniciados los bombardeos, las autoridades karabajíes habían solicitado una reunión con el Gobierno azerbaiyano para detener las hostilidades, pero la respuesta de Bakú fue que únicamente lo haría si las fuerzas armenias aceptaban el desarme y se desarticulaba la “entidad separatista”, en referencia a la República de Artsaj. Desde 2020, el Ejecutivo dirigido por el presidente Ilham Aliyev ha sostenido que, dado que el enclave es parte del territorio internacionalmente reconocido como de Azerbaiyán, la cuestión de Nagorno Karabaj es un “asunto interno”.
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Poco después del anuncio de las autoridades armenias de Nagorno Karabaj, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán también confirmó el acuerdo de alto el fuego, asegurando que las fuerzas armenias han aceptado “deponer las armas, abandonar las posiciones de combate y los puestos militares y desarmarse completamente”, así como entregar al Ejército azerbaiyano las armas y equipo pesado. En el comunicado, sin embargo, no hay ninguna referencia a las demandas políticas de disolución del Gobierno karabají, algo que se prevé que sea tratado en la reunión de Yevlax.
“El tiempo corre en nuestra contra, pues se hace obvio que ningún actor internacional, incluidos rusos y estadounidenses, quiere parar la guerra. Para mí, es innegable que la Federación Rusa, Estados Unidos y la Unión Europea apoyan total y criminalmente el programa de Azerbaiyán para subyugar al pueblo de Artsaj”, escribió en su canal de Telegram Artak Beglarián, exministro de Estado y ex Defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj. “En una situación geopolítica tan difícil, y en una guerra tan desequilibrada, nuestros heroicos muchachos no serán capaces de lograr resultados significativos, incluso si les cuesta su vida. Estamos completamente rodeados y solos, incluso la Madre Armenia ha abandonado a Artsaj en esta lucha”, añadió Beglarián en referencia a que el Gobierno de la vecina República de Armenia, principal sostén de la viabilidad del enclave armenio, se ha desentendido de la situación, pues busca firmar un acuerdo de paz definitivo con Azerbaiyán.
Durante la tarde y la noche del martes, cientos de personas se manifestaron en Ereván ante la Embajada rusa -reclamando su intervención- y la oficina del primer ministro, Nikol Pashinián, para reivindicar su dimisión. Las protestas se saldaron con varias decenas de heridos.
En un comunicado leído ante las cámaras este miércoles, Pashinián explicó que, de hecho, la República de Armenia “no ha tenido nada que ver” en la redacción del acuerdo de alto el fuego ni en las condiciones impuestas por Azerbaiyán y aceptadas por los líderes armenios de Nagorno Karabaj. “Esperamos que la escalada militar no continúe. La estabilidad y el cese de las hostilidades es aún más importante en estas condiciones”, afirmó y añadió que, según la información que maneja, los combates “se han reducido rápidamente” pero no se han detenido por completo. Varias fuentes desde el interior del Nagorno Karabaj han explicado que se continúan escuchando disparos.
El primer ministro armenio, que ha sido muy crítico con la pasividad de Rusia en el conflicto, subrayó también que, al haber sido alcanzada la nueva tregua por mediación rusa, las fuerzas de paz rusas tienen “la obligación” de garantizar la seguridad de los armenios de Nagorno Karabaj y las condiciones para que puedan ejercer su derecho de seguir viviendo en “su tierra”.
Rusia achaca a Armenia la derrota karabají
Por su parte, Rusia ha culpado al Gobierno armenio de esta derrota, y ha justificado la pasividad de sus tropas en el Karabaj al acercamiento de Armenia a Occidente, informa Javier G. Cuesta desde Moscú. “Una medida que tuvo un impacto dramático en la perspectiva de un acuerdo sobre Nagorno Karabaj fue el reconocimiento por parte de Ereván de que Nagorno Karabaj es parte del territorio de Azerbaiyán en las cumbres de octubre de 2022 y mayo de 2023, celebradas bajo los auspicios de la Unión Europea”, ha remarcado el Ministerio de Exteriores ruso a través de un comunicado donde ha defendido la inacción de sus fuerzas: “Esto cambió las condiciones bajo las que los líderes de Rusia, Azerbaiyán y Armenia firmaron la declaración de paz de 2020, así como el estatus del contingente ruso de paz”.
En realidad, Pashinián se había mostrado dispuesto a aceptar la soberanía azerbaiyana sobre el Nagorno Karabaj, pero bajo la condición de que se diesen “garantías” a la pervivencia de los armenios en este enclave, sin que se llegase a firmar nada por escrito, dado que las cumbres mencionadas por Rusia fueron informales. Moscú afirma que sus militares “han actuado de buena fe”, remarca que lo más importante ahora es “encontrar una solución pacífica al problema de Nagorno-Karabaj” y pide “hacer todo lo posible para garantizar los derechos y la seguridad de la población”.
El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, también ha respondido a las críticas de Ereván por su inacción después de reconocer que sus tropas no actuarían si no son atacadas. “Estas acusaciones contra nosotros son absolutamente infundadas”, ha manifestado el Kremlin, que ha calificado a Armenia como “un país cercano e importante aliado” antes de matizar que Azerbaiyán también es “un socio nuestro muy importante”.
El conflicto en Nagorno Karabaj se inició a finales de la década de 1980, cuando, al calor de la perestroika iniciada por los líderes de la URSS, los armenios de esta provincia autónoma empezaron a exigir su independencia de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y su unión con la vecina República Socialista Soviética de Armenia. Esto desembocó en enfrentamientos entre las poblaciones armenia y azerí del Karabaj. Con la desintegración de la Unión Soviética, las tropas de interposición enviadas por Moscú se retiraron y el conflicto desembocó en una guerra abierta entre las recién independizadas Azerbaiyán y Armenia, que culminó en un precario alto el fuego tras tres años de combates, más de 30.000 muertos y un millón de desplazados. Los armenios se hicieron con el control de Nagorno Karabaj y de siete provincias azerbaiyanas circundantes, de las que expulsaron a la población azerí.
Impulsado por sus ingresos petrolíferos, que le permitieron reforzar su armamento, y con apoyo militar de Turquía e Israel, Azerbaiyán lanzó en 2020 una ofensiva para recuperar los territorios perdidos. Lo logró en apenas seis semanas de combates ―con más de 7.000 muertos en ambos bandos―, que concluyeron con un alto el fuego alcanzado bajo mediación de Rusia, pero que también otorga a Turquía un papel de observador.
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