España no perdió la identidad pero sí la compostura frente a una Japón de lo más trilera, pues sugirió que lucharía por el esférico y se limitó a negar espacios y líneas de pase con una defensa de lo más abrigada para salir al contragolpe. ¡Y vaya contras! Carreras hipersónicas con mala baba, garrotazos que desgajaron a España. Una bofetada de realidad para el equipo de Vilda, que no superó la prueba del algodón porque hasta el momento se había medido con rivales de plastilina como Costa Rica y Zambia, porque el partido definía el líder del grupo y porque el resultado arrojaría al fin un diagnóstico sobre las posibilidades reales de La Roja. Y lo que parecía oro se quedó en pirita, un topetazo de bruces contra el suelo relatado con cuatro goles. Queda tiempo, en cualquier caso, para recomponerse, para explicar que un mal día se puede tener siempre y que a España le sobra fútbol, ahora encuadrada con Suiza en los octavos de final.
Te lo cuenta Jordi Quixano desde Wellington. Puedes leer la crónica completa en este enlace.