La historia se cita con el Mundial de Fórmula 1 incluso antes de que se celebre la primera carrera del calendario más largo de siempre, con 24 paradas y, por primera vez, sin ningún cambio en la parrilla respecto del curso anterior. Ni de pilotos, ni de equipos. Tras el rodillo que pasó Max Verstappen en las dos últimas temporadas, el invierno más movido presenta un campeonato inesperadamente excitante, con mucha más igualdad de la que inicialmente se sospechaba, sobre todo después de las tres únicas jornadas de entrenamientos de invierno, en las que todas las miradas, una vez más, se las llevó Red Bull. A pesar de terminar 2023 con un colchón de margen enorme, los técnicos, con Adrian Newey a la cabeza, decidieron jugársela sin necesitarlo y le dieron la vuelta al coche. La primera cronometrada de este ejercicio, en Baréin, dejó claro que el nuevo concepto funciona tan bien como el anterior.
En una última eliminatoria más ajustada de lo a priori predecible, Verstappen se llevó la primera pole, con una ventaja de solo dos décimas sobre Charles Leclerc, que compartirá la primera fila con el holandés. Carlos Sainz arrancará el cuarto, mientras que Fernando Alonso lo hará el sexto. Las tres décimas que separaron el asturiano del más rápido vaticinan esa gresca que tanto añora la hinchada. “Ha hecho mucho viento, y en los últimos dos días fue muy difícil hacer una vuelta limpia. Lo mismo pasó en la cronometrada”, comentó el actual campeón. “La verdad es que no me lo esperaba. Por suerte, el coche vino hacia nosotros con el paso de las sesiones. Tenemos que afinar algunas cosas para encontrar el equilibrio perfecto. Pero la carrera tiene buena pinta”, prosiguió el corredor de Hasselt.
La escudería energética le ha pillado el truco a monopolizar el foco de atención. Hasta ahora lo conseguía exclusivamente a partir de sus monoplazas, los más dominantes de siempre si tenemos en cuenta la estela de récords que dejó el RB19 del año pasado, y de la magia de Verstappen, la punta de lanza del proyecto. Sin embargo, la atención informativa se ha trasladado desde hace unos días hacia los despachos y el muro de la estructura del búfalo rojo. Concretamente, al taburete de Christian Horner, el director de la tropa de Milton Keynes (Gran Bretaña), convertido en protagonista después de que una empleada de la división de carreras de la compañía austríaca le acusara de comportamiento inadecuado. La investigación que puso en marcha Red Bull, encargada a un letrado independiente, se resolvió a favor del ejecutivo británico, que aterrizó en Manama el miércoles por la tarde, poco después de que se conocieran las conclusiones de las pesquisas, para reincorporarse a su puesto con vistas al estreno.
Si la forma en que Red Bull dio carpetazo al asunto no terminó de convencer al resto de contendientes, el paddock se puso a hervir el jueves por la tarde, 24 horas después de la teórica absolución de Horner. Desde varias cuentas de correo electrónico anónimas, alguien mandó un dosier con más de siete decenas de documentos a un mínimo de cien personas, entre ejecutivos de distintos equipos, miembros de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y periodistas. Sin tener ninguna certeza acerca del origen o veracidad de la información, o de si el contenido forma parte del material escrutado por el abogado, la carpeta consta de una serie de capturas de pantalla con supuestas conversaciones entre Horner y otra persona, además de fotos del directivo de Red Bull. El hecho de que la filtración se produjera solo un día después del primer veredicto lleva a pensar que, quien esté detrás de ello pretende redoblar la presión sobre el expiloto, y desacreditarle.
“No haré ningún comentario alrededor de especulaciones anónimas. Pero reitero que siempre he negado las acusaciones”, respondió Horner, en un comunicado. “Respeté la investigación independiente y cooperé plenamente en ella en cada paso. Fue una investigación exhaustiva y justa, realizada por un abogado especialista externo, que concluyó desestimando la denuncia presentada”, añadió el británico, de 50 años y que está casado con Geri Halliwell, una de las miembros del grupo pop Spice Girls.
A la espera de reacciones, Mohammed Ben Sulayem, presidente de la FIA, y Stefano Domenicali, presidente de Fórmula 1, agendaron una reunión para este mismo jueves para abordar el asunto. En este sentido vale la pena destacar que la Federación cuenta con un departamento que vela por la ética de los certámenes que auspicia.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.