Cuando Joe Biden se convirtió en presidente de Estados Unidos en enero de 2021, los palestinos respiraron con alivio y esperanza, tras cuatro años de políticas erráticas e impredecibles de Donald Trump en Oriente Próximo. El dirigente republicano ―imputado esta semana por sus intentos de revertir los resultados de las elecciones que perdió ante Biden― tomó varias decisiones que el entonces y hoy primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, solo hubiera soñado años antes: reconoció Jerusalén como capital de Israel, trasladó allí su Embajada desde Tel Aviv, cerró tanto la representación diplomática en el este de la ciudad como la oficina de representación palestina en Washington, y retiró los fondos a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, la UNRWA, de la que era su principal financiador. Además, presentó (acompañado solo por la parte israelí) un plan de paz inasumible para los palestinos.
Dos años y medio más tarde, el mismo Biden que se había comprometido a devolver la Casa Blanca a sus posiciones tradicionales en el conflicto palestino-israelí solo ha revertido la última de esas decisiones, la menos política, como ha recordado este jueves el ministro palestino de Exteriores, Riad Al Maliki, al manifestarse “decepcionado” con el actual mandatario estadounidense, al que ha definido como “reacio” a presionar a Israel y líder de un Gobierno “débil”.
“Como candidato, [Biden] hizo afirmaciones muy claras sobre la solución de dos Estados [uno israelí y otro palestino], la reanudación de las conversaciones, presionar a Israel, detener la política de asentamientos… muchos asuntos. Inmediatamente después de ser elegido, llamó a mi presidente [Mahmud Abbas] y reiteró la misma posición. Así que esperábamos que en el momento que asumiese el puesto, intentaría traducir [en acción] todo lo que había dicho, lo que había prometido. Desafortunadamente, no es lo que hemos visto suceder”, ha señalado Al Maliki en una conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina, en la ciudad cisjordana de Ramala.
El ministro, en el cargo desde 2009, ha señalado que lo mínimo que esperaba del presidente demócrata era que revirtiese las polémicas medidas de su predecesor, justamente “porque no es Trump” y “llegó para cambiar sus políticas”. Se ha encontrado, sin embargo, con la única Administración en dos décadas que no ha nombrado enviado especial para Oriente Próximo, lo que le lleva a concluir que el conflicto palestino-israelí se encuentra muy abajo en su lista de preocupaciones geopolíticas, en particular desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. “Esto muestra que su prioridad no somos nosotros. Solo es Ucrania, Rusia, Ucrania, Rusia… China, China, China… ¿Dónde estamos? ¿Al final de esa lista? No lo sé”, ha protestado.
La Autoridad Palestina, en cambio, sí ha retomado con el Ejecutivo demócrata los lazos que rompió por completo con Trump. “Y los mantenemos, confiando en que [Biden] tenga la fuerza y la valentía de moverse en esa dirección”, señaló Al Malki, que vio a Trump, en sus inicios, como un presidente “muy en serio” en la búsqueda de la paz, según declaró entonces a este periódico, en una entrevista en Madrid.
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Israelíes y palestinos llevan desde 2014 sin negociaciones de paz. Históricamente, el mediador ha sido Washington, aunque China se ha ofrecido recientemente, en el marco de sus intentos de adoptar un papel más activo en la zona, en la que ha elevado a los palestinos a socios estratégicos e invitado a Pekín a Netanyahu. Al Maliki se ha mostrado abierto a que Pekín desempeñe algún rol en unas eventuales negociaciones: “Si realmente hay proceso de paz en el futuro, ¿por qué no? […] Obviamente, China quiere incrementar su presencia en Oriente Medio. No solo económica, sino también política, para reflejar su propio peso político como potencia mundial”.
En cualquier caso, el ministro ha advertido de que “se acaba el tiempo para una solución política”, a causa del “escudo de impunidad” y del “doble estándar” que despliega la comunidad internacional ante Israel. Incluso, ha añadido, ante las “devastadoras consecuencias” de las políticas del Gobierno de Netanyahu, la coalición más derechista en los 75 años de historia del país y opuesta en su conjunto a la creación de un Estado palestino. “La comunidad internacional debería tratar a Israel como a cualquier otro Estado paria”, ha sentenciado.
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