El desequilibrio de las cuentas públicas se mantiene a raya. El déficit del conjunto del sector público —del que se excluyen las corporaciones locales— se redujo hasta mayo en casi un 18% en comparación con el mismo periodo de 2022, situándose en el 1,2% del PIB. También disminuyó el desfase entre ingresos y gastos de la Administración General del Estado, del cual ya se conocen los datos completos del primer semestre. El descenso ha sido del 6,6%, hasta los 24.090 millones, equivalentes al 1,7% del PIB. Esta evolución responde a un crecimiento mayor de los ingresos que de los gastos. La meta del Gobierno de Pedro Sánchez, ahora en funciones, es reducir el déficit hasta el 3,9% del PIB a finales de año, casi un punto menos con respecto al cierre de 2022 y el tercer descenso anual seguido, aunque la mayoría de casas de análisis manejan cifras algo menos optimistas frente a la desaceleración generalizada de la economía.
El déficit público se disparó por encima del 10% del PIB con la pandemia. En los dos años siguientes bajó a un ritmo sostenido gracias a la recuperación económica y a un comportamiento espectacular de la recaudación, que pulverizó récords gracias a la recuperación de la actividad y la subida de los precios. Este año la senda sigue descendiente por la inercia del crecimiento, pero quien acabe tomando las riendas del país tendrá que ponerse a hacer cuentas. El año que viene volverán a estar en vigor las reglas fiscales comunitarias, suspendidas en 2020 por la crisis sanitaria, que exigen que la ratio de déficit sobre el PIB no supere el 3%.
Hasta junio, los ingresos no financieros del Estado aumentaron un 7,9%, hasta los 122.192 millones. Los impuestos suponen el 83,2% del total (101.692 millones), con un crecimiento del 5,5%. El nuevo tributo al plástico y los gravámenes extraordinarios a banca y energéticas brindaron 1.685 millones en total. Los desembolsos del Estado también crecieron, pero a un rimo inferior, del 5,2%. El capítulo de más cuantía son las transferencias entre las Administraciones. Tanto las comunidades como las corporaciones locales y la Seguridad Social recibieron mayores flujos. La remuneración de asalariados creció un 3,6% y los consumos intermedios, un 16%.
Las comunidades, en este caso hasta mayo, aumentaron su déficit hasta el 0,44% —frente al 0,2% de 2022— por elevar sus gastos más que sus ingresos: un 9,2%, frente a un 5,1%. Las partidas que más crecieron fueron el pago de intereses (42,1%), hasta los 1.763 millones, las prestaciones sociales (11,7%), las subvenciones (11,7%) y la remuneración de asalariados (6,8%). Las autonomías con los números rojos más abultados son Baleares (-1,52% del PIB) y Murcia (-0,98%). Solo Asturias registra un ligero superávit, del 0,14%. Los Fondos de la Seguridad Social, en cambio, redujeron su déficit hasta mayo, del 0,09% del PIB al 0,06%, gracias al buen comportamiento de las cotizaciones, que avanzaron un 10%.
La recaudación se ralentiza
Los ingresos por impuestos también siguieron su evolución positiva hasta junio, según el informe de recaudación publicado este lunes por la Agencia Tributaria. Aun así, como ya se venía mostrando desde hace meses, el crecimiento va perdiendo fuelle. El avance en el primer semestre ha sido del 3,8% —un 5,1% en términos homogéneos—, frente al 18,3% del mismo periodo del año pasado.
También podría decirse que la recaudación empieza a normalizarse tras dos años atípicos: en 2021 y 2022 batió todos los récords con crecimientos de doble dígito —del 15,1% y 14,4%, respectivamente—, que no son habituales ni siquiera en épocas de bonanza. En ello influyó tanto la recuperación económica como una inflación desbocada. En los primeros seis meses de este año, con los precios más controlados y un crecimiento del PIB menos vigoroso, los ingresos fiscales ha sido marcados por la buena marcha del empleo, los mayores ingresos ligados a los beneficios empresariales, la pérdida de fuelle del IVA y el impacto negativo de las devoluciones. Los cambios normativos, por otra parte, han restado casi 2.800 millones —1.612 millones solo por la rebaja a suministros energéticos, alimentos básicos y productos de higiene femenina—.
El IRPF protagonizó una vez más el crecimiento de los ingresos, con un avance del 11,1% en el semestre pese a la rebaja fiscal para rentas menores a los 21.000 euros, que ha restado unos 300 millones a la recaudación. La subida tan marcada se explica por el “elevado” aumento de las retenciones del trabajo y actividades económicas (11,5%), el aumento de salarios tanto públicos como privados y de las pensiones que, por ende, han elevado del tipo efectivo de tributación. Las grandes empresas fueron las que más incrementaron los ingresos, un 11,1%. En las Administraciones públicas, el alza fue del 12,5%.
El IVA, uno de los motores de la recaudación en los dos últimos años, tuvo una evolución mucho menos espectacular: avanzó un 2,4% en lo que va de año y cayó un 5,2% en junio. La Agencia Tributaria lo achaca a dos factores: en el mismo periodo de 2022 hubo aumentos muy elevados de la recaudación, de un 25% de media, por la fuerte inflación, y se nota más el impacto de rebaja fiscal a los alimentos básicos y la ampliación del recorte del IVA —del 10% al 5%— a gas y electricidad. Las rebajas fiscales también mantienen estancados los ingresos por impuestos especiales, que retroceden un -0,1%. En cuanto al impuesto de sociedades, aunque junio no es un mes con ingresos significativos, la recaudación ligada a los beneficios de este año que se concreta en los pagos fraccionados ha crecido en un 24,9%. “El incremento de los pagos se observó en particular en los grupos consolidados (con especial incidencia en banca y energía)”, señala el organismo.
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