El mar del Sur de China, principal zona acuática del sudeste asiático, tiene un enorme valor estratégico. Tanto como para considerarlo el escenario más probable de una hipotética guerra entre China y Estados Unidos. Pero entre todos los catalizadores de un posible aumento de la tensión en la región, pocos habrían apostado por que la película Barbie pudiese ser uno de ellos. La revolución rosa que ha generado el largometraje de Greta Gerwig en todo el mundo no ha llegado a las pantallas de Vietnam ―y casi no lo hace a las de Filipinas― por “violar la soberanía territorial” del país con un mapa que “promueve los intereses de China”. Lo que muchos han calificado de “reacción exagerada” de Hanói va en línea con la postura cada vez más firme del Gobierno vietnamita para proteger sus derechos ante una Pekín cuya asertividad crece en la región.
“China tiene más de 1.000 millones de habitantes y las productoras necesitan este mercado. Algunos opinan que si aparece [en una escena] ‘una línea en forma de lengua de vaca’ lo que debemos hacer es eliminarla, pero el hecho de permitir que se proyecte la película ya envía el mensaje de que lo estamos aceptando”, expresó el director del Consejo Nacional de Evaluación Cinematográfica de Vietnam, Tran Thanh Hiep, citado por el diario local Vietnam News. “La postura de Vietnam es clara. No acepta películas que sean ambiguas en cuestiones relacionadas con la soberanía territorial”, aseveró Hiep.
El motivo de la discordia es la cartografía del “mundo real” que aparece detrás de la Barbie que interpreta Margot Robbie cuando se la insta a abandonar Barbilandia para buscar una solución a sus inexplicables pies planos. Entre el revoltijo de formas, colorines y garabatos que conforman el mapa, a los revisores vietnamitas les llamó la atención un detalle específico: un rastro punteado, en forma de U, que cruza hacia el océano desde lo que está marcado como “Asia”.
Para Hanói, no se trata de simples rayitas colocadas al azar, sino de una representación deliberada de la llamada “línea de los nueve trazos” que Pekín emplea desde 1947 (antes de la fundación de la República Popular, en 1949) para delimitar sus reclamaciones sobre la mayor parte de las aguas del mar del Sur de China, una importante vía comercial que cuenta con reservas petrolíferas. La línea discontinua, dentro de la que aparece Taiwán (la isla autogobernada que China reclama como parte de su territorio), cubre una superficie de dos kilómetros cuadrados desde el gigante asiático hacia las costas de Vietnam, Malasia, Brunéi y Filipinas.
Extravagante dibujo infantil
A pesar de que la productora Warner Bros ha descrito el mapa como “un extravagante dibujo infantil pintado con lápices de colores” y ha asegurado que “no hace ningún tipo de declaración” política, los reguladores vietnamitas insisten en que “podría dar lugar a interpretaciones erróneas”. De hecho, la línea que aparece en la película tiene ocho puntos en lugar de los nueve que suelen representarse en los mapas chinos. Filipinas, que también amenazó con prohibir el visionado de Barbie en su territorio, ha terminado por permitir la proyección tras difuminar el mapa.
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“El afán de China por consolidar el control sobre el mar del Sur de China es el principal desafío geopolítico de Vietnam”, responde por correo Peter Zinoman, profesor de Historia del Sudeste Asiático de la Universidad californiana de Berkeley. “Para Vietnam, la línea simboliza un acto descarado de intimidación imperialista”, agrega. La relación entre los dos aliados ideológicos (ambos gobernados por el Partido Comunista) está teñida por la desconfianza derivada de siglos de dominación china y un largo legado de conflictos históricos, el más reciente, la guerra sinovietnamita de 1979 y los posteriores enfrentamientos fronterizos y navales en la década de 1980. “Prohibir Barbie es una cuestión de orgullo patrio”, considera Zinoman.
“Todas las líneas tienen una base científica”, ha afirmado en varias entrevistas Wang Ying, geógrafa marítima y pupila de Yang Huairen, el diseñador del primer mapa en el que aparece esta delimitación. Wang considera “una falta de respeto a la historia” el fallo de 2016 de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, que negó por unanimidad la base legal a los argumentos de Pekín para atribuirse la soberanía del 90% de las aguas de ese mar. Vietnam y Filipinas se encuentran en la primera línea de los rifirrafes y condenan que China se ha negado a acatar el dictamen y con frecuencia la acusan de intimidar a sus pesqueros y de realizar patrullas navales ilegales para hacer valer sus reivindicaciones de soberanía.
En medio de todo el culebrón Barbie, China, que particularmente en los últimos años ha mostrado una postura absolutamente intransigente al abordar temas relacionados con su integridad territorial ―véase cualquier referencia a Taiwán―, ha instado “a no vincular los asuntos del mar del Sur de China con los intercambios culturales normales”, expresó la portavoz de la cancillería Mao Ning. En redes sociales locales, donde la línea se considera desde hace tiempo un símbolo de patriotismo, la noticia del polémico mapa ha recibido multitud de elogios. En Weibo, algunos usuarios aplaudieron a Warner Bros por “elegir el bando correcto” y otros piden “importar más películas como esta para promover el respeto” a la “soberanía” china.
No disgustar a los censores
Apenas una treintena de películas extranjeras ―de todos los países del mundo, no solo occidentales― obtiene anualmente el permiso de los reguladores chinos para su proyección (la cuota para las coproducciones es diferente). “No sé este mapa en particular, pero es cierto que los grandes estudios son hipersensibles a cualquier contenido que pueda disgustar a China, y Hollywood tiene una gran presión para contentar a los censores del Partido”, comentaba recientemente el reconocido analista sobre política china Bill Bishop en su podcast Sharp China.
En 2015, la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad EE UU-China emitió un informe en el que aseguraba que “los cineastas estadounidenses editan cada vez más sus películas en previsión de las potenciales sensibilidades de los censores chinos”. Además de cambiar escenas para cumplir con las restricciones chinas sobre desnudos gráficos, violencia y representaciones de relaciones homosexuales, en los últimos años Hollywood ha creado finales alternativos para que el contenido sea más aceptable para el Gobierno chino.
No obstante, fuentes internas del sector critican que es cada vez más difícil el acceso a este goloso mercado de más de 1.400 millones de potenciales espectadores. De hecho, el debut de Barbie en la taquilla china ha sido decepcionante, con una modesta recaudación de 50 millones de yuanes (6,3 millones de euros) en el fin de semana de su estreno, según datos de la plataforma de venta de entradas Maoyan. Es más, fue la quinta película más vista, por detrás de varios filmes nacionales. El rotativo oficialista Global Times no ha perdido la oportunidad para hacerse eco del asunto y sugerir a Hollywood “pensar realmente cómo respetar a las audiencias chinas” y “entender” que “no compran cualquier cosa que exporten”. No obstante, la mayoría de las reseñas que se pueden leer en la web Douban son positivas, y muchas mujeres agradecen “tener la oportunidad de ir al cine a ver un producto hecho con perspectiva de género”, como escribe una usuaria de Jiangsu.
Barbie no es el primer largometraje que se enfrenta a las autoridades vietnamitas o filipinas por la representación de la línea de nueve trazos. En 2018, Vietnam prohibió Crazy Rich Asians; en 2019, ambos países retiraron la película de animación de DreamWorks Abominable y, el año pasado, prohibieron Uncharted. En 2021, Netflix tuvo que eliminar el drama de espionaje australiano Pine Gap de sus servicios en Vietnam por dos episodios en los que aparecían mapas que, según Hanói, habían “enfadado y herido los sentimientos de todo el pueblo vietnamita”. En Filipinas solo se retiraron los dos capítulos en cuestión. Probablemente, Hollywood siempre elegirá a China por encima de Vietnam, pero el último, con su postura tenaz, ha conseguido que todo el planeta hable de sus preocupaciones territoriales.
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