Esta semana se ha celebrado en Bangkok el 74º congreso de la FIFA, y de ahí nos ha llegado una foto significativa: Ceferin, presidente de la UEFA, y Rocha, que lo es de nuestra Federación, juntos y sonrientes, aquel con la mano en el hombro del segundo. Un mensaje al CSD, que mientras ha completado el informe para el organismo europeo justificativo de la necesidad de esa Comisión de Representación, Normalización y Supervisión con la que pretende morigerar los malos hábitos de la Federación. Difícil misión.
El primer choque se centra en la figura de Pedro Rocha, un presidente cuya legitimidad el CSD discute, aunque no se ha atrevido a la inhabilitación. Le considera impropio, como imputado que es, para representar a España en palcos y actos oficiales, tarea que le ha encomendado a Del Bosque como hombre de bien y de consenso, al que en la citada comisión le competirían las funciones de representatividad.
De momento ayer tuvimos la final femenina de Copa, que se resolvió en empate. A Rocha no le daba tiempo a regresar de Bangkok, o eso arguyó, pero Del Bosque no fue llamado al asiento junto a la Reina, que correspondió a la vicepresidenta de la Federación, María Ángeles García Chaves, ‘Yaye’ para el fútbol, que practicó con éxito. Obviamente, está ahí por elección directa de Rocha, pero no era oportuno plantear el primer veto justo contra una mujer y en la final femenina de Copa.
Luego vendrán las dos finales europeas de clubes, la femenina, con el Barça, en San Mamés, y la masculina, con el Madrid, en Londres. ¿Quién ocupará el puesto correspondiente al presidente de la Federación? Para Uribes debería ser Del Bosque, pero en ambos casos el protocolo del palco es cosa de la UEFA y raro será que Ceferin ceda. Y lo mismo en la Eurocopa. En los JJ OO el anfitrión es el COI y las inscripciones corren por cuenta del COE.
Lo peor en esta partida es que el CSD no tiene cartas. Ante la UEFA carece de crédito. Hace cuatro años estaba al frente Irene Lozano, elevada al cargo (29-1-20) por el mérito de haber sido la amanuense de Pedro Sánchez en su ‘Manual de resistencia’. Empezó a partir un piñón con Rubiales, juntos le sacaron a Tebas dinero para el CSD y para la Federación a cambio de permitirle reanudar LaLiga durante la pandemia en una pantomima que se llamó ‘La Paz de Viana’, eufemismo de trágala por no decir chantaje. Luego, Irene Lozano se peleó con Rubiales porque este no quería Liga Profesional femenina y como el hoy caído en desgracia tenía formidables agarraderas con Pedro Sánchez, a ella le tocó dejar el CSD. Aterrizó en la Casa Árabe. Le sucedió José Manuel Franco (30-3-21), desgastado en la Delegación del Gobierno de Madrid, que en su preocupación por proteger a Rubiales para contener a Tebas y agradar a Florentino evitó enviar al TAD las fechorías que denunciaba su propio tío. Cesó a los dos años y pico para aterrizar en el Senado tras dejar una ley que no ha servido ni para el caso Negreira ni para el que nos ocupa. Luego entró Víctor Francos (13-6-23), llegado a Madrid en la órbita Iceta-Illa, que se encontró con el beso y todo el follón. Con él dio la vuelta el viento contra Rubiales. Autorizó a Pedro Rocha, presidente de la gestora que sustituyó al reo, a no convocar elecciones hasta pasados los JJOO. Desaparecida de Madrid la pareja Iceta-Illa le tocó dejar el cargo, que pasó (19-12-23) al exministro de Cultura y Deportes González Uribes, cuyas decisiones no contravienen la lógica pero sí la línea de sus antecesores. Encuentra impresentable la figura de Rocha y le forzó a esas elecciones de que Francos le dispensó y que, por cierto, ganó de calle.
La Federación es un espacio cerrado y controlado por la comunidad de intereses que forman unos presidentes autonómicos de prácticas nada edificantes. Rocha es flor de esa podredumbre y basta reparar en la entrega-no-entrega de los trofeos de la Liga a Madrid y Barça. Pero el Gobierno como tal, y el CSD en particular, no pueden presumir de ejecutoria en el caso Rubiales-Rocha. La UEFA no ve que tengan ningún criterio respecto al fútbol más que una súbita manía al presidente electo.
De paso, en su seguidismo a Florentino, el nuestro ha sido el único Gobierno europeo en no oponerse a la fracasada idea de la Superliga, un motivo más para que la UEFA no mire al CSD con simpatía.
En fin, veremos. Si Rocha gana el pulso de la representatividad en los palcos en San Mamés, Wembley y la Eurocopa, ¿quién le podrá convencer de no presentarse a las nuevas elecciones tras el verano?
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